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Mi llegada a Cienfuegos, Cuba

Mi llegada a Cienfuegos, Cuba

El 5 de enero de 2017, a las 7:15 de la mañana, llegué al aeropuerto de Zagreb, Croacia, con mis dos hermanas, las cuales me acompañaron para despedirme. Allí me esperaban Tomo y Miriana, voluntarios de Aljibe-Pozo (Zdenac) con una maleta grande y muy pesada y otra más pequeña, preparadas por los integrantes de nuestras sedes de las ciudades de Split y Zagreb para nuestra misión en Cuba. Con dos maletas enormes partí a mi viaje, haciendo escala en París hasta La Habana. El viaje desde Zagreb a París duró 2 horas, y desde París hasta La Habana 10 horas.

Durante el viaje conocí a una jóven pareja croata que viajaba a Cuba por su luna de miel. La llegada a suelo cubano fue muy inusual dada la gran ola de calor. En el aeropuerto me aguardaba Susana, voluntaria local de Aljibe-Pozo, con un ramo de flores en sus manos y con un cartel con mi nombre escrito. Al ver mi nombre en el papel me acerqué a ella, dándole un abrazo. Sonrió al ver mi equipaje y me dijo que lo llevaríamos al auto de su amigo, con el cual había viajado hasta allí para recogerme.

La primera noche en Cuba, en casa de Susana, la cual no tiene ventanas sino solamente persianas a través de las cuales entra aire a la casa, fue muy agradable pero inusual para mí ya que nunca había dormido en una casa que no tenga ventanas. Al día siguiente, fuimos a recorrer La Habana y tratamos de comprar el pasaje para ir a Cienfuegos, pero no había autobús hasta el lunes, o sea, para dentro de 4 días. Es por eso que luego la hermana Lilia organizó mi traslado, enviando a la voluntaria Bárbara. Para la búsqueda del traslado se necesitaron dos días.

Fue más fácil ir desde Zagreb hasta La Habana, que de La Habana hasta Cienfuegos. Finalmente, el domingo llegó Bárbara. A las 16 horas llegamos a Cienfuegos, en donde la hermana Lilia me esperaba ansiosamente con las esperadas maletas, que al abrirlas nos encontramos con muchas cosas: 140 camisetas para los voluntarios y para los niños, alimentos, utensilios de cocina, rosarios, libros, material para las manualidades, elementos de escritura, chocolates, caramelos, medicinas, vitaminas, etc. La alegría fue infinita. Compartimos con nuestras dos queridas vecinas las cosas dulces que habíamos recibido, relatándoles un poco de la preciosa Navidad en Croacia.

Le agradezco al buen Dios por haber llegado al lugar en donde mi deseo de ser misionera se ha cumplido, el cual vive en mí desde una temprana edad. De esta manera ha comenzado mi misión en Cuba, la cual durará si Dios quiere, dos meses.

Antonia Bilic