Al principio era sólo un deseo de ayudar. Un deseo que, creo yo, se encuentra escondido en cada persona. Pensaba así: “Consagraré mi vida a una causa noble, ya que la vida es un regalo, el cual sólo espera a ser desenvuelto. Un regalo único e irrepetible, un regalo de valor incalculable, no teniendo en cuenta si se encuentra en una caja o en qué tipo de envoltorio se encuentra. Y cuando recibes ese regalo, debes compartirlo con los demás”.