Te pregunto aquí en nombre de los pequeños: salva a tu hijo no nacido, reconoce la presencia de Jesús en él.
Santa Madre Teresa en Oslo en la ceremonia del Premio Nobel el 10 de diciembre de 1979.
Cada día que pasa, junto a sus acontencimientos pequeños o grandes, infunde algo nuevo a nuestra alma. Nuestra recogida oración abre nuestra puerta desde el interior y nos hace capaces de recibir los mensajes extraordinarios del cielo.
Dios espera nuestra colaboración en el cumplimiento de su Reino, que había empezado con Jesús. Somos invitados a vivir la verdad del Evangelio para ser los voceros de la Verdad y testigos de la Luz en la tiniebla del tiempo en el que vivimos. Sé que no nos sentimos dignos ni preparados para esta gran obra, pero Jesús nos necesita. Si nos animamos a entregarnos y a poner todo al servicio de Cristo, entonces en nosotros se reflejará la gloria del Señor y Cristo se glorificará.