Para el tesoro que el Señor nos confía también exigirá responsabilidad de cómo lo hemos usado. ¡Seamos dignos de nuestro llamado!
Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo retorno. Todo es Tuyo: dispone de ello según Tu Voluntad. Dame Tu Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén
Al elegir la vocación de misericordia y a través del progreso espiritual y como hijos de Dios, haciendo obras de misericordia a nuestros prójimos, estamos preparando el camino para que Jesús lleve su Reino de paz y amor a los corazones humanos, a las ciudades y pueblos de nuestra Croacia y a todos los continentes.
Nuestro gozo está en el Señor y en su misión para nosotros para ser su Pozo (Zdenac) de la Misericordia.
En estas lecturas Dios mismo nos habla claramente de todo apego a las cosas terrenales y de Su libertad para la eternidad. Dios nos llama cada día a dejarlo todo, a imitarlo, a amar a nuestros prójimos porque sólo así seremos libres.
Querer todos los días llevar tu cruz de crucifixión a ti mismo terrenal para glorificar a Cristo, el Ungido de Dios. Vivir en la Eucaristía la unidad de todas las tribus, razas y lenguas para que Cristo sea glorificado por todos.
Dios, danos tu sabiduría; que tu Espíritu de Verdad nos guíe en nuestro camino, para que en comunión con la Santísima Trinidad cumplamos la misión común en el amor al prójimo. ¡Amén!
Por eso rezamos a St. Agustín: “Sopla sobre mí, Espíritu Santo, para que todos mis pensamientos sean santos. Actúa en mí, Espíritu Santo, para que también mi trabajo sea santo, para que ame solamente a aquello que es santo. Fortaléceme, Espiritu Santo, para defender todo lo que es santo. Guárdame, Espiritu Santo, para que yo sea santo”.
En cada situación tortuosa causada por el seguimiento de Cristo, mirad ante vuestros ojos a vuestro Maestro que os dice: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo" y “¡Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin!” El hecho de que Esteban vea y escuche estas palabras de Jesús da sentido y fuerza al martirio y al perdón de los enemigos.
En el Espíritu Santo, construimos nuestro Pozo (Zdenac) con las mismas acciones, aprovechando las situaciones difíciles para construir la unidad por el poder del Espíritu Santo para la gloria de Dios Padre.
Abracemos el sufrimiento por Cristo con todo el alma y caminemos con alegría por las pruebas propias y comunes hasta entrar en el Reino de Dios, que está en nosotros y entre nosotros.
La misión de Dios siempre encuentra resistencia, la mayoría de las veces de parte de sus mujeres y hombres buenos y temerosos de Dios. Pablo y Bernabé nos muestran que necesitamos ir más allá, a otras partes, confiando en el Buen Pastor, el Cordero. Sigamos adelante con alegría y entusiasmo. Vamos a mar abierto.
La Pascua de Jerusalén también nos advierte: Y esta ciudad nuestra tendrá un futuro sólo cuando dé gloria, honor y bendición al Cordero inmolado, al Cristo crucificado a quien Dios exaltó con su diestra. Por eso la Pascua es una misión para todos nosotros.